La novela y el cuento hispanoamericanos de la segunda mitad del siglo XX
Presentamos la conferencia pronunciada por Mario Vargas Llosa en Casa de América sobre el canon del "boom". Repasa no solo las características del boom, sino las principales obras y autores, teniendo en cuenta que fue uno de los partícipes de ese movimiento. La conferencia empieza a partir del minuto 14, y dura unos 55 minutos. Merece, no obstante, la pena.
La novela americana se caracteriza hasta 1940-45 por una estética básicamente realista, a veces con residuos románticos o modernistas. Sí hay en cambio una renovación temática, con una novela de la selva, que describe una naturaleza aún indómita; una novela política con dos metagéneros: la novela de la revolución mexicana y la "novela de dictador"; y, finalmente, una novela social, que también ha sido calificada de indigenista.
Desde 1940 comienzan los primeros intentos de renovación formal en lo que se ha dado en llamar "realismo mágico" y/o "lo real maravilloso": realidad y maravilla aparecerán íntimamente ligados a través de distintos procedimientos, tomados de novelistas europeos (Faulkner, Kafka, Joyce), para tratar de explicar la realidad sociopolítica americana, inabarcable desde el realismo. Además se produce una ampliación temática, con la aparición de temas urbanos y existenciales.
Miguel Ángel Asturias (guat.) inaugura la "novela de dictador",(ya anticipada por Valle-Inclán con Tirano Banderas) con El señor Presidente, con un lenguaje barroco y musical empleado para narrar una política tiránica espeluznante.
Alejo Carpentier (cub.) cultiva una peculiar novela histórica que suele centrarse en lugares y momentos de transición entre grandes movimientos históricos o artísticos como El siglo de las luces o La consagración de la primavera.
Jorge Luis Borges (arg.) cultivó el relato breve, alrededor de unos pocos temas, en un mundo complejo, plagado de metafísica, como El Aleph, Ficciones o El libro de arena.
Juan Rulfo (mex.) es autor de dos libros de creación: Los relatos de El llano en llamas presentan el mundo rural mexicano, su miseria y violencia, al igual que su novela Pedro Páramo, la cual sorprendió por su estructura, con un desorden cronológico constante, cambios del punto de vista, alternancia de diálogo y monólogo interior, empleo del lenguaje popular, etc...
A pesar de su importancia, se trataba de una novelística marginada y desconocida, -al menos en parte- hasta 1962 en que confluyen una serie de factores que conocemos como "boom" de la novela hispanoamericana. Las editoriales españolas y europeas (Barral y Seix-Barral en Barcelona; Gallimard, en París) se sumaron al impacto provocado por la revolución cubana y al interés de los lectores por los procesos de cambio en América Latina, lo cual ayudó a la rápida internacionalización del fenómeno. Además, la extraordinaria calidad literaria de las obras que empiezan a surgir, más las que ya se habían producido, contribuyó a la sensación de “boom”, pues no tuvo carácter generacional.
Formalmente se confirma la inutilidad del realismo para reflejar el peculiar mundo hispanoamericano, y se insiste en la renovación de las técnicas novelescas, que exigen un lector extraordinariamente activo, dispuesto a organizar una materia narrativa compleja. Es frecuente la ruptura de la línea argumental y el descoyuntamiento de la narración lineal para constituir a veces verdaderos rompecabezas temporales; el uso de técnicas de contrapunto; la combinación o superposición de personas narrativas y puntos de vista; el empleo del monólogo interior...
Todo este proceso de renovación se puso al servicio de una literatura revolucionaria, con un fuerte compromiso histórico a la vez que literario, aunque el primero fuera desapareciendo con el paso del tiempo. Dejando fuera muchos autores y obras, señalaremos los más relevantes:
Ernesto Sábato (arg.) ha cultivado una novela donde se interpolan verdaderos ensayos, con temas como la locura, la incomunicación y el malestar existencial. Así Sobre héroes y tumbas es una visión apocalíptica de nuestro propio mundo, entregado a la violencia y a la destrucción.
Julio Cortázar (arg.) escribió, como Borges, cuentos en los que mezcla con absoluta naturalidad el elemento fantástico con la vida cotidiana, como El perseguidor o Todos los fuegos, el fuego. Su máxima novela es Rayuela, una obra que permite y propone al lector varios modos de lectura.
Carlos Fuentes (mex.) describe la vida urbana de México D.F. en La región más transparente. La muerte de Artemio Cruz reconstruye la vida de un cacique rural mexicano y su mundo de dominio y violencia.
Gabriel García Márquez (col.) es el más influyente de los autores del "boom". Sus novelas cortas (La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba) crean el mundo fantástico de Macondo, y suponen un aprendizaje para Cien años de soledad, la novela que marcó el surgimiento del “boom” y supuso todo un acontecimiento en la literatura mundial.
Mario Vargas Llosa (per. y esp.) alcanzó fama desde su primera novela La ciudad y los perros, crónica de la formación en una escuela militar limeña. Conversación en La Catedral es un larguísimo diálogo en que se evoca el Perú de su juventud para hacer una profunda crítica política.
[El boom dejó en años posteriores un terreno favorable en editoriales y público para la aparición de nuevas obras y autores. Podríamos simplificar el “post-boom” en dos corrientes: una novela que se sitúa al mismo nivel que los mass-media, (cine, televisión, cómic, canción pop, camp o kitsch), como la narrativa de Manuel Puig, o de Jorge Ibargüengoitia y, en otra línea, Isabel Allende. Y una novela hermética, para minorías, como las obras de Severo Sarduy o de Salvador Elizondo.]