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La lírica posterior a 1939

Lírica posterior a 1939Poesía española contemporánea. El Portal de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes recoge materiales suficientes para quienes quieran profundizar en el tema que aquí se presenta de manera somera, con vistas a la Prueba de Acceso. 

(Mapa conceptual de la lírica posterior a 1939. Al hacer click sobre la imagen se amplia en una nueva pestaña del navegador)

La generación del 36 (o "generación escindida" según Ricardo  Gullón) hunde sus raíces en la etapa anterior. Miguel Hernández, al que otros consideran epígono de la Generación del 27, muere en la cárcel, dejando testimonio de sus vivencias en Cancionero y romancero de ausencias. Todos tienen el deseo de volver a un arte rehumanizado, existencialista. La producción poética se escinde en dos tendencias mayoritarias, en denominación de Dámaso Alonso.

La poesía arraigada se agrupa en torno a la revista Garcilaso de José García Nieto. En formas clásicas presentan una visión del mundo coherente, ordenada y serena. Los temas serán la familia, el sentimiento religioso, la naturaleza. En este grupo se encuadran poetas como Luis Rosales, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo.

La poesía desarraigada, representada por la revista Espadaña de Victoriano Crémer y Eugenio de Nora, responde  “al compromiso de la hombredad en el tiempo”. Aparece en 1944 Hijos de la ira de Dámaso Alonso. Es una poesía tremendista, de tono trágico, en un mundo caótico invadido por la angustia, con un lenguaje desgarrado. El libro más destacado es Ancia (Án-gel fieramente humano y Redoble de concien-cia) de Blas de Otero. También aparece Sombra del Paraíso de Vicente Aleixandre, que marcará el paso de esta poesía existencial a la poesía social.

No obstante, quedan grupos minoritarios, como el grupo cordobés Cántico (Pablo García Baena) en torno a la revista del mismo nombre, que mantienen en un entronque con la generación del 27 y el modernismo. O el Postismo, de Carlos Edmundo de Ory, vinculado a los vanguardismos anteriores, especialmente el surrealismo. Serán retomados más tarde por los novísimos.Cabecera del nº 1 de Postismo

Hacia 1955 se consolida el realismo social. La poesía social tuvo su tarjeta de presentación a través la Antología consultada de la joven poesía española, de Francisco Ribes. En esta antología, aunque no se dice expresamente, sobresale Blas de Otero, que, junto a otros como Gabriel Celaya, José Hierro, ... superan su etapa anterior de angustia existencial para situar los problemas humanos en un marco social (Pido la paz y la palabra, En castellano, Cuanto sé de mi, respectivamente). La poesía que toma partido por los humildes y la clase trabajadora se concibe como un acto de solidaridad con los que sufren, de ahí que aparezcan temas como la injusticia social, la alienación, el mundo del trabajo, el anhelo de libertad... aunque ello suponga una cierta rebaja en el tono poético. Se dirige "A la inmensa mayoría", para intentar cambiar las situaciones de injusticia, pues "la poesía es un arma cargada de futuro"(G. Celaya)

Ya en la década de los 50 comienzan a aparecer poetas nuevos que representarán pronto su superación En 1968, José Batlló incluyó a estos «últimos», conocidos como Generación del 50 o Niños de la Guerra, en su Antología de la nueva poesía española, donde quedaban patentes los cambios operados (Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Francisco Brines). La poesía es sobre todo un método de conocimiento, sin renunciar por ello a que sea también vehículo de comunicación. Presentan una preocupación fundamental por el hombre pero huyen de todo tratamiento patético. Aunque son inconformistas, su escepticismo los aleja de la poesía social. Sus temas  retoman lo íntimo, lo cotidiano. En el estilo llevan a cabo una exigente labor de depuración y de concentración de la palabra, con un uso muy particular de los elementos irónicos.

En 1963 Pere Gimferrer, publica Arde el mar, que supone una ruptura con la poesía inmediatamente anterior.Nueve novísimos Alrededor de él se agrupa una serie de poetas reunidos por Castellet en 1968 en la antología Nueve novísimos poetas españoles en la que reúne a poetas de una nueva sensibilidad (Guillermo Carnero, Félix de Azúa, Jaime Siles, Leopoldo Mª Panero). Los novísimos son poetas nacidos en la postguerra, con un bagaje cultural y literario muy amplio (influencia del cine, del jazz, de los tebeos, etc...). Temáticamente encontramos lo personal y lo social tratados con gravedad o frívolamente. La máxima preocupación de su poesía es la forma; hacen constantes referencias en sus poemas a motivos exóticos, culturales y culturalistas con una artificiosidad que recuerda a los modernistas y utilizan procedimientos de carácter surrealista.         

Las últimas generaciones de poetas son difíciles de clasificar. En general se caracterizan por un lenguaje poético muy cuidado, huyen de la poesía comprometida y atenúan el barroquismo y el culturalismo de los poetas de la generación de los novísimos (Antonio Colinas, Luis Antonio de Villena, Luis Alberto de Cuenca). Entre los más jóvenes, predominan los poetas de la experiencia, a los que acompañan  representantes del purismo, del neosurrealismo y de la poesía del compromiso civil. (Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes,  Carlos Marzal). Es relevante la presencia femenina, con Ana Rossetti,  de un claro trasfondo sociológico: es la primera poeta que se ha lanzado a expresar con desenvoltura lances y circunstancias de fondo erótico. Adscrita a los módulos del surrealismo, aparece la poesía de Blanca Andreu, bastante solitaria.  

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