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Visor

La novela realista y naturalista del siglo XIX

El Realismo es un movimiento artístico y cultural que se desarrolla principalmente en Europa durante la segunda mitad del siglo XIX, en pleno auge de la segunda Revolución Industrial, con la expansión de las clases burguesas y el capitalismo, en conflicto creciente con las ideologías marxistas y anarquistas. En filosofía, aparecen el positivismo, el evolucionismo y el auge del método científico y el experimentalismo.

El arte debe ser una forma de acercamiento a la realidad. En literatura, la novela se convertirá en el género realista por excelencia. Se parte, como en ciencias, de la observación de la realidad para hacer una exacta descripción del medio y de los personajes, buscando siempre la mayor objetividad posible. Por ello, el estilo se hace sobrio y sencillo, alejándose de las exageraciones románticas, y tratando de reflejar el habla coloquial. Es frecuente la crítica social, especialmente en las obras que se centran en los aspectos más sórdidos de la realidad.

El Naturalismo, desarrollado en Francia por Emile Zola, es el resultado de trasladar estos principios a su extremo más radical, convirtiendo la literatura en ciencia. Zola se centra en el determinismo que imponen inexorablemente el componente biológico y el medio en que se desenvuelven los individuos. En la práctica, nos presenta los personajes y aspectos más degradados de la sociedad (borrachos, prostitutas, miseria, hambre, etc…)

En España, la novela realista arrancaría del costumbrismo romántico, con Cecilia Bölh de Faber (que firmó sus obras con el seudónimo de Fernán Caballero) y Pedro Antonio de Alarcón (El sombrero de tres picos).

A partir de 1870 (publicación de la primera novela de Galdós, La Fontana de Oro), el realismo se podría dividir en dos tendencias: una conservadora-tradicionalista, con José María de Pereda, que destaca, en Peñas arriba o Sotileza, por su descripción del paisaje rural de su Santander natal. Destaca también Emilia Pardo Bazán, por su polémica con Zola sobre la posibilidad de un Naturalismo católico en la novela española (La cuestión palpitante), del que pretendía ser representante (Los pazos de Ulloa)

La tendencia liberal-progresista estaría representada tímidamente por Juan Valera, con novela protagonizadas por mujeres (Juanita, la Larga o Pepita Jiménez) para radicalizarse progresivamente con los dos grandes novelistas españoles: Benito Pérez Galdós y Leopoldo Alas. Esta radicalización debe mucho a la influencia del naturalismo, del que ambos no fueron fieles seguidores, pero si utilizaron tanto sus técnicas como sus planteamientos. Los mejores logros de este movimiento los debemos buscar en determinadas novelas de estos dos autores.

La obra de Galdós (canario de nacimiento, pero madrileño de adopción) es muy rica y variada. Presenta, por un lado, las 46 novelas de sus Episodios nacionales, en los que pretende reconstruir de manera novelada la historia del siglo XIX español. El resto de su obra narrativa se clasifica en tres etapas. En un periodo inicial, escribe novelas de tesis, centradas en la defensa ideológica de los principios liberales (Gloria, Doña Perfecta). En la década de los ochenta escribe sus novelas españolas contemporáneas: un ambicioso fresco de la vida madrileña de los años de la Restauración, con múltiples personajes y un análisis muy minucioso de las clases medias-bajas y sus peculiaridades (La de Bringas, Fortunata y Jacinta, La desheredada etc.) Finalmente, los años noventa son los de las llamadas novelas espirituales, en las que se centra más en el problema del individuo (existencial, personal) que en el retrato social. Destacan Misericordia o Tristana.

Leopoldo Alas utilizó desde muy pronto su seudónimo periodístico, Clarín, para sus obras. Es autor de magníficos cuentos (Pipá, Adiós, Cordera), pero sobre todo destaca su novela  extensa: La Regenta, una obra que retrata la vida miserable y reprimida de una ciudad de provincias, Vetusta (que se corresponde con su ciudad de Oviedo, aunque como él dijo “Me nacieron en Zamora”) que acaba por derrotar los anhelos de libertad de sus protagonistas, sobre todo del personaje femenino que da título a la novela.

La novela naturalista no tuvo generalmente aceptación en España hasta ya entrado el siglo XX (con Vicente Blasco Ibáñez y ciertas novelas eróticas). La Condesa de Pardo Bazán fue quien contribuyó a difundirlo, pero sus novelas se quedan en un naturalismo superficial, mostrándonos unos personajes de psicología conflictiva por sus duras condiciones de vida (La tribuna).

En España existió un teatro realista muy ligado a sus espectadores (clases altas y burguesía). Habría que recordar que el primer Premio Nobel español fue el político e ingeniero José Echegaray, con un teatro en verso muy retórico. En poesía destacó Ramón de Campoamor y su poesía antirretórica.

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