El español de América
Ramón María del Valle-Inclán. Tirano Banderas
EL ESPAÑOL DE AMÉRICA
Con el sintagma “español de América” nos referimos a un conjunto de variedades geográficas que se hoy se hablan en dieciocho repúblicas del continente americano, con infinidad de matices. A ellas debemos sumar los hablantes de los estados “hispanos” de EEUU. Sin embargo, las diferencias entre ellas no son tan importantes como en los dialectos peninsulares, por lo que no es extraño que se tenga la impresión de que los hablantes hispanoamericanos constituyen una comunidad lingüística: la mayor en número de hablantes de nuestra lengua.
En esa diversidad lingüística influyeron varios factores, desde la procedencia regional de los colonizadores hasta el contacto con las lenguas precolombinas, así como los factores sociopolíticos de las diversas naciones americanas. No obstante, hay una serie de rasgos comunes.
En el plano fónico, uno de los rasgos más destacados es la entonación, mucho más melódica que la española; probablemente por influencia de las lenguas americanas. Se ha discutido bastante sobre el andalucismo de América, que se manifiesta, especialmente en el aspecto fonético. Aunque algunos autores han hablado de coincidencias evolutivas, parece claro que la fuerte presencia de pobladores procedentes de la España meridional marcó en sus inicios esta diferenciación. El fenómeno más extendido es el seseo (/s/y /θ/ como [s]), junto con el yeísmo (/l/ y /y/ como [y], la aspiración de la /-s/, la neutralización de /-r/ y /-l/ implosivas, la pronunciación como [h] aspirada del fonema velar fricativo/χ/.
En el plano morfosintáctico, destaca el voseo (uso de vos para referirse a la 2ª persona singular) junto con formas verbales (tenés, sabrás, vení, etc, que en su origen eran plurales). Tiene una fuerte presencia el diminutivo -ito, que se aplica a casi todas las categorias (ahorita, ahoritita). Los sufijos -ada e -ida son muy productivos en nombres de acción y efecto (muchachada, conseguida ‘consecución’) Es más frecuente la adverbialización del adjetivo (hablar lindo). El verbo haber se construye como personal, en concordancia con el complemento directo (Hubieron desgracias). Es muy general el uso del perfecto simple donde el español peninsular prefiere el perfecto compuesto (¿Qué pasó?/¿Qué ha pasado?).
Pero donde las diferencias se hace más marcadas es el plano léxico. En ocasiones porque se conservan arcaísmos que han desaparecido en la península: carro ‘coche’. Algunas se cargan de tales valores connotativos que son impronunciables: madre es malsonante en México, concha en Argentina. Además, hay que añadir los numerosos neologismos, junto a una mayor permeabilidad del mundo anglosajon (chequear “to chek”, chompa “jumper”).
No obstante, la unidad del español se asegura en una única norma escrita así como en el uso culto de la lengua. Las diversas academias de la lengua están desarrollando una labor impagable en este sentido, cuyo último fruto es la Nueva gramática de la lengua española, la primera que recoge todas las variedades del español actual en el mundo.