Prestando atención a los diferentes colores, hay que localizar los rasgos lingüísticos más característicos del texto. Todos ellos nos deberían valer para justificar el tipo de texto del que se se trata.
Proponemos diversas diapositivas que deben servir para descubrir diferentes elementos lingüísticos del texto, en sus diferentes planos.
En breve, veremos cuáles son esas características.
1ª Diapositiva.
Mostrar Un
narrador en primera persona, en este caso, el autor del texto, que se manifiesta lingüísticamente en
- Verbos.
- Pronombres personales.
- Determinantes y pronombres posesivos.
Es especialmente relevante, la reiteración del pronombre
yo, redundante en español (las formas verbales y las otras referencias gramaticales son más que suficientes, especialmente en las formas del Pretérito Perfecto Simple). En el texto, facilita la identificación de la persona de las formas personales el Imperfecto, pero, sobre todo, recalca la fuerte presencia en el texto del YO, escritor relevante frente a una señorita tras un mostrador, hecho que se aprecia más con la posposición del pronombre a la forma verbal, donde ya es absolutamente redundante a la par que llamativo: “presumía
YO, necesitaba
YO”. La cura de humildad, no obstante, es manifiesta al final del texto, con el CCM: “Con la cabeza baja”.
2ª Diapositiva.
Mostrar Está situado en un espacio muy concreto, la entrada de la Facultad de Letras de la Sorbona, una de las Universidades más importantes de Europa, en París, como constata el pie del texto
3ª Diapositiva.
Mostrar El tiempo se sitúa claramente en un pasado no muy lejano respecto a la fecha de referencia, 1945, aunque no sepamos si corresponde al tiempo de la anécdota, al de la escritura o al de la publicación. Sólo hay un tiempo en presente, de carácter habitual, pues es algo que sigue sucediendo a la fecha de referencia.
La sucesión de Imperfectos y Pretéritos Imperfectos Simples se corresponde con el valor terminativo o durativos de los correspondientes significados verbales (necesitaba frente a subí), sin apenas valor expresivo.
4ª Diapositiva.
Ocultar La sintaxis es muy sencilla. Predomina, de forma llamativa, la yuxtaposición de oraciones. Y de vez en cuando, coordinadas copulativas u oraciones simples. Sólo hay una oración condicional, la subordinada con dos proposiciones coordinadas copulativas, y la principal con una oración interrogativa, la única que rompe la modalidad enunciativa absolutamente predominante en el texto. Se trata de una interrogación retórica, que se convierte, justamente esta, en el motivo principal del texto. Azorín ha preferido una estructura diferente, una entonación diferente, para el objetivo principal del texto: convencer a los lectores de que su pretensión no podía ser menos que atendida, por tratarse de un asunto nimio, más siendo él un escritor de renombre.
5ª Diapositiva.
Ocultar Recordemos que es una narración en pasado. Desde los “peros” iniciales, notamos que su pretensión no va a ser atendida, a pesar suyo. Azorín va graduando el texto de forma magistral. Sin llegar a plantear siquiera la cuestión, ya sube con “cierto temor”. A partir de aquí, la adjetivación y los valores connotativos de los sustantivos nos muestran que su pretensión es irrealizable: “rotunda negativa”(metáfora), “fría indiferencia”(sinestesia). Pasa de la “ufanía” a la “súplica flébil”, del “edulcorarse” al “desabrimiento”. Imposible conmover a aquella señorita, que se comporta como una verdadera juez: en el texto empiezan a abundar los términos de resonancia jurídica: “alegué, compulsar, deber estricto, ruegos, ablandar”.
6ª Diapositiva.
Mostrar Aunque su pretensión, era sencilla. De hecho, en el texto, se acumulan
las repeticiones y paralelismos de la misma idea: “solo un minuto/momento”, “no era más que un minuto/momento”. Al final, tuvo que claudicar, “
con la cabeza baja”, como señalábamos al comienzo.
7ª Diapositiva (última).
Mostrar Pasa del pórtico de la biblioteca al banco del zaguán. Azorín demuestra el gusto por el léxico terruñero, de sabor popular, conjugado con el léxico más culto. Las dos aclaraciones léxicas (una de cada lado) nos indica que se ha perdido uno y que no se ha llegado al otro. Pero Azorín, para algo era académico, “académico español”, como repite con bastante ironía, burlándose de él mismo por querer saltarse las normas que sabía, desde el principio, que no podía saltarse.