By Pilar Salazar

Al día siguiente viernes visitamos las escuelas de Pistoia, nos chupamos doscientos kilómetros de ida, Ana y Carolina las heroinas.

    Pistoia ,la ciudad del silencio,la ciudad de la infancia, las italianas un poco dolidas porque íbamos con retraso….la primera escuelita, idílica los niños  van dos días a la semana, dándole importancia a la acogida, al respeto,al bienestar,a el aprendizaje, todo colocado  en su sitio ,todo los rincones ocupados con algún adorno que hacían las abuelas o las mamás mientras esperaban, la zona de bebes un corredor con mucha luz,  había dos españolas haciendo prácticas, precioso…..

La segunda escuela, nos dieron la dirección sin el numero de la calle y ¡¡¡¡tenía más de 300 numeros!!!!, además tres coches, cuando no se perdía uno se perdía otro,  también llegamos tarde; era antigua pero muy bien cuidada,  habían celebrado los 30 años de funcionamiento, era un antiguo molino, fotos en secuencias, camitas preciosas, pero igual que la anterior frio  en la habitación de  las cunitas, mucha luz, grandes ventanales, mucho verde…..la directora graciosa, mayor.
En esta escuela comimos, en la casita de los niños mesas y sillas bajitas, de madera, la cocinita, el niño  y su cunita al lado, hubo fruta, ensalada, verdura, aunque también pasta por supuesto, hubo aplausos….no sé lo que pensaría la directora de nuestros aplausos aunque se le explicó , se rio.
El cansancio se acumulaba, y la escuela de la tarde que era de 3 a 6 años,  no nos quitamos los zapatos, nos cansó, Carolina se quedó en el coche “buscando y pensando en las luces”`¡No las encontraba! Y NOS VOLVIAMOS DE NOCHE…….después nos acompañó en el último tramo de la visita y en la merienda.
Material reciclado como tónica general, todo un piso para el arte, la pintura,  la creatividad…..no vimos a los niños, estaban durmiendo ,al final algunos con sus madres;  armario para los zapatos, y los abrigos, fotos grandes para pasar lista. Su chimenea y sus silloncitos a la entrada dando la sensación de acogimiento,la directora también mayor, estaba muy cansada, nosotros también.
Paseo de noche por la “Florencia chica”Pitoya , pocas fotos,  aunque disfrutamos de su catedral medieval de sus calles estrechas ,de su ambiente tranquilo, muchas risas, conversaciones serias, pedagógicas ….
En el camino de vuelta, alguna cabezada pero en general tonterías y risas para entretener a Carolina para que el viaje se hiciera corto, 200 Km, y ¡¡¡encima siguiendo al otro coche!!!
Paramos en Lucca ciudad de la Toscana, que había estado Carolina,  con una murallas alrededor del casco antiguo  con un paseo peatonal rodeando la antigua ciudad; cada una de los cuatro laterales está bordeados de diferentes clases de  árboles ; tomamos primero una cervecita, nos quisieron clavar dos bebidas más, paseamos ,  vimos una plaza ovalada con una escultura en el centro extraña, una librería con “el tiempo entre costura”en italiano, la noche se echaba encima, las bicis,las tranquilidad las voces en susurros, en cámara lenta, solo se oían nuestras risas;  cenamos en una terracita con música de fondo rara y repetitiva , después de cenar vimos la plaza con la catedral de San Martin, la ópera y como autómatas a los coches, nos quedaban muchos kilómetros…… Acompañándonos la luna y la noche cerrada.
Las fotos se repetían en secuencias como en las escuelas , cada rincón , cada momento era para llamar la atención, para sorprendernos, para dejarlo plasmado.
“El tiempo es nuestro aliado la fotografía nuestro recuerdo”