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Lazarillo de Tormes

Las brujas y hechiceras no aparecen como tales en el Lazarillo de Tormes, pero hay algunas alusiones indirectas a términos relacionados con ellas, que indican una familiaridad. Las alusiones no son realistas. Aparece un endemoniado, pero es falso.

Una vieja que ensalmaba es que «curaba mediante ensalmos (oraciones o conjuros)»

Y miré por mí, y vime tan maltratado que luego sospeché mi mal.

A esta hora entró una vieja que ensalmaba, y los vecinos; y comiénzanme a quitar trapos de la cabeza y curar el garrotazo. Y, como me hallaron vuelto en mi sentido, holgáronse mucho y dijeron:

—Pues ha tornado en su acuerdo[238], placerá a Dios no será nada.

El término brujo aparece una vez, en sentido figurado.

Pues ansí como digo, metía cada noche la llave en la boca y dormía sin recelo que el brujo de mi amo cayese con ella; mas cuando la desdicha ha de venir, por demás es diligencia. Quisieron mis hados, o, por mejor decir, mis pecados, que una noche que estaba durmiendo, la llave se me puso en la boca, que abierta debía tener de tal manera y postura, que el aire y resoplo que yo durmiendo echaba salía por lo hueco de la llave, que de cañuto[232] era, y silbaba, según mi desastre quiso, muy recio, de tal manera que el sobresaltado de mi amo lo oyó y creyó sin duda ser el silbo de la culebra; y, cierto, lo debía parescer.

El termino encantamiento aparece como adjetivo, en casa encantada, también en sentido figurado.

Esto hecho, estuvo ansí un poco, y yo luego vi mala señal, por ser ya casi las dos y no le ver más aliento de comer que a un muerto. Después desto, consideraba aquel tener cerrada la puerta con llave, ni sentir arriba ni abajo pasos de viva persona por la casa. Todo lo que yo había visto eran paredes, sin ver en ella silleta[253], ni tajo[254], ni banco, ni mesa, ni aun tal arcaz como el de marras. Finalmente, ella parescía casa encantada. Estando así, díjome:

—Tú, mozo, ¿has comido?


Por otro lado, en el Tratado quinto, Cómo Lázaro se asentó con un buldero, y de las cosas que con él pasó, se describe un (falso) milagro de expulsión de un demonio que había poseído al alguacil, que en realidad estaba compinchado con el buldero, con la intención de que la gente tomara la bula, la comprara, para redimir penas del Purgatorio.

Y pues es tanto perjuicio del prójimo, te suplico yo, Señor, no lo disimules; mas luego muestra aquí milagro, y sea de esta manera: que, si es verdad lo que aquél dice y que yo traigo maldad y falsedad, este púlpito se hunda conmigo y meta siete estados debajo de tierra, do él ni yo jamás parezcamos; y, si es verdad lo que yo digo y aquél, persuadido del demonio, por quitar y privar a los que están presentes de tan gran bien, dice maldad, también sea castigado y de todos conocida su malicia.

Apenas había acabado su oración el devoto señor mío, cuando el negro alguacil cae de su estado y da tan gran golpe en el suelo que la iglesia toda hizo resonar, y comenzó a bramar y echar espumajos por la boca y torcella, y hacer visajes con el gesto, dando de pie y de mano, revolviéndose por aquel suelo a una parte y a otra.

(...) Y así, bajó del púlpito y encomendó a que muy devotamente suplicasen a nuestro Señor tuviese por bien de perdonar a aquel pecador y volverle en su salud y sano juicio y lanzar de él el demonio, si Su Majestad había permitido que por su gran pecado en él entrase.

(...) Y esto hecho, mandó traer la bula y púsosela en la cabeza. Y luego el pecador del alguacil comenzó poco a poco a estar mejor y tornar en sí. Y desque fue bien vuelto en su acuerdo, echóse a los pies del señor comisario y, demandándole perdón, confesó haber dicho aquello por la boca y mandamiento del demonio; lo uno, por hacer a él daño y vengarse del enojo; lo otro, y más principal, porque el demonio recibía mucha pena del bien que allí se hiciera en tomar la bula.

(...) Y, aunque muchacho, cayóme mucho en gracia, y dije entre mí: «¡Cuántas de éstas deben hacer estos burladores entre la inocente gente!».


Fuente: La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades (en formato HTML). Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2004, edición digital en formato html basada en las de Burgos, Juan de Junta, 1554; Alcalá de Henares, Salzedo, 1554; Amberes, Martín Nucio, 1554 y Medina del Campo, Mateo y Francisco del Canto, 1554; y cotejada con las eds. críticas de Alberto Blecua (Madrid, Castalia, 1972), José M. Caso González (Madrid, BRAE 1967, Anejo XVII) y Francisco Rico (Madrid, Cátedra, 1987).